Pet Me

Pet me (Brigada del meneo)

Apreciados pasajeros les informamos que por motivos meteorológicos que afectan nuestras operaciones de todas las aerolíneas, los servicios estarán suspendidos hasta que el banco de niebla se haya despejado. Agradecemos su comprensión”

No, su mala suerte no podía empeorar. Tenía que volar a Oregón a finiquitar un negocio porque en el último instante antes de la firma, el cliente con el que estaban tratando, le asaltaron las dudas y creyó conveniente una segunda revisión con su equipo de trabajo. Una vez más revisado el contrato punto por punto, se acordó cerrar el trato ahora en la ciudad de Portland y no en San Francisco como había sido planeado al inicio. Para colmo de males, su jefe, quién era el encargado de finiquitar la transacción, fue llamado de último momento a la sucursal principal de Nueva York, dejando en manos de su ejecutivo estrella el cierre de una asociación que les traería un éxito asegurado. Miró una vez más su Rolex dorado, como si al observarlo repetidas veces el tiempo fuera a apresurar su paso. Soltó un suspiro de frustración. No habían pasado más de cinco minutos y él ya sentía que podía mandar todo por un caño.

Lo peor de toda esa situación era que el rubio ahora tenía que viajar y para él, eso era poco más que una tortura. Bill Kaulitz sufría de ansiedad en los vuelos, no era tan grave como para no viajar, pero si en él estaba evitar cualquier situación que involucrara el cielo y un “pájaro mecánico” a miles de nudos de la tierra, lo haría sin pensarlo. Cuando era inevitable el viajar, recurría a su amiga y asistente Natalie Franz, que con su presencia le ayudaba a controlar esa ansiedad. Natalie lo distraía durante el vuelo hablando desde temas de importancia hasta las más absurdas de las frivolidades. Bill la consideraba su “amiga terapéutica” —sonrío ante su ocurrencia— pero para su desgracia ella había se encontraba indispuesta y al señor Patterson le urgía ya cerrar ese contrato.

Con el creciente estrés que le ocasionaba el volar, Bill en cierta forma agradecía que el viaje se hubiese pospuesto por algunos minutos u horas. La densa niebla estaba haciendo su trabajo y momentáneamente tenía paralizadas todas las operaciones del Aeropuerto de San Francisco. Rogaba que permaneciera así y poder regresar a su trabajo, y que después fuese otro ejecutivo el que terminara con las negociaciones.

Los minutos seguían avanzando y la situación no cambiaba. Con un Latte caramelo inglés en su organismo, Bill había regresado de la cafetería a la sala de espera. Se entretuvo unos minutos mandando mensajes de texto a Natalie, lamentándose de que ella no estuviera con él. Se sentó y pudo observar el movimiento a su alrededor: gente por todas partes, hablando, riendo, moviéndose por todos lados. Chirridos de llantas, sonidos de teclados al ser manipulados con velocidad por algunas personas y lo peor que pudo encontrarse fue a un par de niños pequeños llorando a escasos tres metros. Su ansiedad iba en aumento.

Comenzó a caminar a lo largo del pasillo de la sala de espera. El sonido de sus pasos se escuchaban cada vez más alto. Se detenía, empezaba a taconear. Se mecía. No hizo más que sumarse al “concierto de sonidos” que predominaba en ese momento.

Diez de la mañana. Se sentó por décima vez. Recordó lo que siempre ponía en practica en esas situaciones y empezó con unos ejercicios de respiración, tratando de bajar su nivel de ansiedad. También optó por su inseparable pelotita anti estrés.

Tan ensimismado estaba en su tarea que de un momento a otro, dejó de escuchar el llanto de los niños y el como estos, fueron cambiados por carcajadas y exclamaciones de ternura. Alzó la vista y se encontró con una peculiar escena: una pequeña cerdita, muy mona ella ataviada con un “tutú” color rosa y un chaleco rojo, hacia la delicia de una niña, quien veía feliz como la cerdita movía su robusto cuerpo tratando de dar giros y como estos chuscos movimientos habían logrado sacar sonrisas ya no solo a los niños, sino a los adultos que se hallaban con ella.

Bill dejó de ver esa escena y al voltear a su alrededor, se encontró con otros “personajes”, perros en su mayoría, de diferentes razas y tamaños luciendo también el chaleco rojo. Todos estaban corriendo de un lado a otro, acercándose a la gente permitiendo que les acariciaran.

¿De dónde había salido ese espectáculo tan bizarro?

Se encogió de hombros y no puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa ante el nuevo panorama. Se levantó y se dirigió a comprar unos dulces a una máquina expendedora. En el camino se topó con un hermoso braco alemán “moteado” quien se acercó hasta él y empezó a tocarle con su pata para llamar su atención. Cuando Bill se agachó hasta llegar a su altura, pudo observar con detenimiento, que el perro llevaba el mismo curioso chaleco rojo que los otros animales y que en él se hallaba escrita la frase “pet me”. Aceptando “la invitación” Bill empezó a acariciar la cabeza del animal y al ver que no ponía resistencia o hacia gesto alguno de inconformidad prosiguió a tocar el lomo del can delicadamente hasta nuevamente llegar a las orejas y proporcionándole un agradable masaje detrás de ellas que hizo que el perro se relajara y por extraño que pareciera ante el toque proporcionado al animal, Bill también encontró la relajación.

Con su nuevo amigo perruno caminando junto a él, el rubio compro unas gomitas y unos “m&m’s” Una vez realizada su compra, caminó de regreso a la sala de espera con el perro que lo seguía fielmente. Se acomodó en uno de los asientos y se sorprendió al ver que el perro se sentó frente a él, como si toda su atención estuviera puesta en Bill. Con una sonrisa sincera, prosiguió Bill acariciando al perro y en minutos, él sintió como si ese perro fuera suyo por la familiaridad con la que ambos se estaban comportando. Olvidando todo “confort” se sentó en el suelo y como si el perro le entendiera se fue a acostar junto a él. Colocó su cabeza en el regazo de Bill y ambos cerraron los ojos, parecía que habían caído en un sueño profundo, ajenos al ruido y movimiento que en la sala de pasajeros se llevaba.

Después de diez minutos de calma total para Bill, abrió los ojos y acaricio nuevamente al can.

Buen muchacho, me has ayudado bastante. ¿Cómo te llamas, guapo? Apuesto a que tienes a muchas perritas detrás de ti —se rió ante su ocurrencia— si las tratas igual que a mi, dándoles toda tu atención, las tienes ganadas ¿eh, galán?.

El perro levantó la cabeza y la ladeó, alzando una oreja como si en verdad entendiera lo que Bill le dijo y le “contestó” con un suave ladrido.

Capper.

Bill abrió exageradamente sus ojos, al oír esa voz. Sorprendiéndose porque ¡el perro le había hablado, ¡le había dicho que se llamaba Capper! Porque no estaba loco. No, no lo estaba. Él había escuchado el nombre de “Capper” a la pregunta que le realizó al perro para saber su nombre.

Se llama Capper y es un… no, es mi mejor amigo.

Una vez pasada la sorpresa —mejor dicho locura— de creer que el can hablaba. Bill alzó la vista y se encontró con el “hermoso” primer plano de un atractivo hombre de más o menos su edad. Lo que primero llamó su atención fue la dulce mirada que sus ojos cafés le estaban regalando. Y luego detalló todo el hermoso rostro del que era poseedor. Boca carnosa rodeada de una pulcra barba, un sexy aro que adornaba el labio inferior. Una “peca” en su mejilla derecha y una bella sonrisa que le adornaba y claro, cabello castaño sujeto en una coleta baja y un atractivo, muy atractivo cuerpo.

Hola, soy Tom y él es mi mejor amigo, Capper. Espero que te haya sido grata su compañía.

¿Grata? Gratisíma”, pensó Bill quien estaba ya agradeciendo a cualquier deidad encargada del clima por la niebla mandada y posterior detención del vuelo, permitiéndole conocer a semejante “espécimen”.

Claro que sí. Es un perro muy lindo, muy dócil e inteligente —alabó Bill, mientras seguía acariciando al can— Mucho gusto, Tom, mi nombre es Bill.

¿Puedo? —señaló el asiento que estaba junto a Bill.

Claro.

¿Porqué Capper y los demás perros traen ese chaleco y están sueltos en el aeropuerto? — fue lo primero que quiso saber Bill, pues todas esas escenas con los animalitos le sorprendió.

Tom acarició a su perro, justo detrás de las orejas y éste ronroneo “felizmente”. Se volvió a acostar a los pies de ambos adultos. Como si fuera una escena cotidiana, familiar.

Capper, al igual que los demás animales, son animales de asistencia. Animales terapéuticos. Esto quiere decir que son mascotas que han sido entrenadas para asistir a personas que presentan niveles de estrés y ansiedad para viajar. El convivir con éstos amigos ayuda a bajar los niveles de estrés en los pasajeros. Hay algunos casos en los cuales las personas tienen que viajar con sus mascotas en la cabina junto a ellos porque estos les brindan tranquilidad durante el vuelo. Le dio unas palmadas en el lomo del perro que alzó la cabeza atento a lo que su humano decía.

¿Has oído hablar de ellos antes? Porque creo que te serían de gran utilidad para controlar toda esa ansiedad que presentas. —Bill lo miró sorprendido— ¡Disculpa, no creas que te estaba espiando o que estoy haciendo un juicio de ti sin siquiera conocerte! — fue la respuesta tan apresurada de Tom quien se sonrojó al darse cuenta que le había confesado a Bill de manera no explícita que lo había estado observando desde hace unos buenos minutos.

No te preocupes —le respondió Bill con una sonrisa y un apretón en la mano que hizo que ahora ambos se sonrojarán al darse cuenta de la acción. Bill apartó su toque— Gracias por el consejo, lo tomaré en cuenta —le hizo un guiño coqueto— “Bill contrólate, le estás coqueteando a un desconocido… a un desconocido que es muy guapo y se ve adorable todo sonrojado”… y sí, algo sabía de las mascotas de asistencia, solo que yo no tengo mascotas y quien suele ocupar ese lugar —hizo comillas con sus dedos— es mi amiga Natalie, pero esta enferma y el viaje no se podía posponer.

Ambos rieron y ya relajados comenzaron a hablar de las actividades que hacían los animales ahí .

Mira, este chaleco que lleva Capper lo hace miembro de “La Brigada del Meneo” ¿verdad que es un nombre cool? —le preguntó Tom con una sonrisa que empezaban a ser el punto débil de Bill a esas alturas— Esta brigada —continuo— lleva tranquilidad a los pasajeros mientras esperan un vuelo y está comprobado científicamente que, el acariciar al mejor amigo del hombre, ayuda a prevenir enfermedades relacionadas con el estrés, además de ser un genial método contra la depresión. Así que, qué mejor forma de aliviar malestares y la presión que genera viajar que con estos simpáticos cuadrúpedos. Es una muy buena terapia, por ese motivo los animales llevan en su chaleco la frase “acariciame”.

Oh si, acariciame” la mente de Bill trabajaba rápido y ya se estaba imaginando a él mismo con Tom en la sala de espera, solo ellos dos, con un Tom encima de él acariciando toda su piel expuesta, porque llevaba solamente puesto el chaleco rojo con esa frase escrita…

Pero no cualquier mascota puede pertenecer a ésta noble tarea —despertó Bill de su lujuriosa fantasía con un ligero rubor en las mejillas— Deben ser animales que muestren empatía con los seres humanos, que no les tengan miedo. Que puedan manejar el ruido del aeropuerto, el ajetreo y lo más importante es su convivencia con las personas, desde niños hasta adultos. Por supuesto que reciben un entrenamiento para poder desplazarse en el aeropuerto.

¿Y cómo llegaron tú y Capper hasta aquí? — preguntó con sumo interés Bill. Ambos ya caminando rumbo a la cafetería con el perro caminando en medio de ellos.

Mi muchacho siempre ha sido tranquilo y demostrado empatía por la gente. Tengo muchos sobrinos…—hizo una pausa— y te puedo decir que si puede sobrevivir a ellos puede sobrevivir a todo —soltó una carcajada— De hecho, mi sobrina le dice “Nana” como la perrita San Bernardo de Peter Pan porque Capper los cuida ¡te lo juro!.

En cuestión de minutos, ambos habían desarrollado una rápida amistad con tintes de gusto hacia el otro. Bill empezó a contar anécdotas de sus escasos viajes, como “sobrevivía” a ellos, Tom le prestaba absoluta atención. Parecía que para el otro no había persona más importante que la que tenía enfrente.

Bill trataba de manipular otra vez la máquina de dulces que se había atorado, Tom en intento por ayudarle, rozaba sus dedos a los del rubio y al no percibir incomodidad por su parte, continuaba con pequeños toques “inocentes” que poco a poco eran más frecuentes. Los dos buscaban “tantear terreno” para elegir cómo proceder ante esa atracción instantánea.

Iniciaron un lento andar a una zona no tan concurrida de la sala de espera. Los dos se apoyaron de lado sobre una pared. Entre risas tontas y sutiles coqueteos, Bill se arriesgó, era ahora o nunca. Tenía que asegurarse si las señales que le mandaba Tom eran interpretadas correctamente. Deposito un “m&m’s azul directamente en la boca de Tom, éste entre abrió los labios, acariciando en el proceso con ellos las puntas de los dedos de Bill. El cosquilleo se hizo presente, la electricidad fluía. La distancia era de centímetros…

Tom estaba perdido en el rostro del hermoso rubio “En verdad es guapo ¿me aceptará si le invito a desayunar?” pensaba Tom, pues sabía que en cuanto Bill abordará el avión probablemente jamás lo volvería a ver.

Dicen que los animales poseen un sentido que los humanos no y por eso pueden sentir las emociones de estos. Y digamos que Capper tenía ese sentido muy desarrollado. Él percibía, en su inteligencia canina, que ambos humanos se gustaban. Y si esa emoción era la misma que él sentía al ver a “Becka” — la linda beagle con la que solía pasear los fines de semana en el parque—. Entonces podía deducir que Tom sentía lo mismo que él al ver a Bill. Así que el noble perro hizo lo que mejor pudo hacer —y que él hacía al estar con Becka— Empujó a Tom hasta hacer que sus labios tocaran los de Bill en un beso. No perruno, pero beso al fin.

Ante el contacto de sus labios en un beso torpe. Bill y Tom abrieron los ojos, alejándose en el momento. Ambos estaban ruborizados y apenas se dirigían una tímida mirada. Se formó un silencio no incómodo porque ambos sabían que ese beso les había dado la respuesta: ahí había “química”. Fue Tom quien con una sonrisa rompió el silencio al llevar una mano a los labios de Bill y quitarle un pedacito del chocolate azul que Bill había puesto en sus labios segundos atrás y que ahora se encontraba adherido a los labios del rubio.

Disculpa el atrevimiento —le susurró Tom entrelazando un dedo con un rizado mechón de Bill — Es solo algo que no sé como explicar. Te vi sentado, batallabas con el estrés, ibas y venías a lo largo de la sala de espera y me dije “tienes que conocerlo” es que… ¡mírate no eres real!— Tom se calló de golpe al no saber explicar su punto— y le dije a Capper, “hey muchacho, tienes que ir con él, tienes que hacerle sentir bien solo a él”…

Bill le sonrió tiernamente. Eso había sido lo más bello que indirectamente le habían dicho.

¿Así que le tenemos que dar las gracias a Capper por juntarnos? —Ahí estaba la respuesta no directa que también Tom estaba esperando a su pregunta no expuesta.

Tom asintió sonriendo.

Bill, ¿te gustaría…

A todos los pasajeros se les informa que las operaciones del aeropuerto de San Francisco se han reanudado”

Pasajeros del vuelo 0620 con destino a Oregón, favor de abordar por la puerta número…”

En cuestión de segundos, se formó un alboroto en la sala de espera y la gente pronto empezó a moverse. Ruedas de maletas y gente caminando de prisa se volvieron a escuchar. Tom fue abordado por un señor de aspecto oriental que le preguntaba sobre una oficina de migración.

Bill observaba a Tom, que con una sonrisa encantadora explicaba con calma al señor que estaba alterado porque no se podía expresar bien con el inglés y se auxiliaba de un libro. Los minutos pasaban y Bill ya no podía demorarse, tenía que tomar ese vuelo. Con un suspiro de impotencia y frustración se dirigió a la sala de espera por su bolso, sintió una caricia en la pierna, era Capper quien movía la cola ansioso por una última caricia del humano. Parecía que el perro intuía que el rubio se iba y lo fue a despedir.

Gracias por este tiempo, muchacho, me hiciste muy feliz…—acarició por detrás de sus orejas— espero verte pronto. —Besó su cabeza.

Tom seguía hablando ya no sólo con el señor, sino con tres personas más que se le habían unido. Era un grupo de viaje. Con disimulo buscó a Bill, pero al no hallarlo donde lo había dejado, supo que ese había sido el adiós. Con prisa se despidió del grupo y avanzó al área de abordaje donde alcanzó a ver a lo lejos a esa inigualable cabellera de rizos rubios quien cruzaba la puerta para introducirse el andén y abordar. No hubo una despedida, no hubo ni una sola mirada. Ese fue el adiós.

&

Muchas gracias a todos por su apoyo el día de hoy. Sé que esto lo hacen solo por ayudar y no reciben paga alguna más que las palabras de agradecimiento de quienes hacen felices. Muchas gracias.

Los voluntarios con sus perros fueron dejando de uno en uno el chaleco rojo que los distinguía como miembros de la “Brigada del meneo” en la oficina destinada a ellos que tenían en el aeropuerto.

Tom tenía sentimientos encontrados porque le encantaba ayudar, su naturaleza era bondadosa pero en ese momento deseaba no haber prestado atención a esas personas, porque ese tiempo dedicado a ellos significó menos tiempo para Bill y el que se fuera sin poder tener una oportunidad para despedirse. No le dio oportunidad de pedirle una cita.

Con lentitud empezó a desabrochar el chaleco a Capper y al removerlo un papel doblado cayó de él. Con curiosidad, lo abrió y encontró lo que a simple vista parecía una caligrafía hecha con prisas pero eso pasaba a segundo plano cuando un número de teléfono estaba escrito junto con un “llámame, Bill”. La sonrisa le llegó hasta los ojos, que brillaron ante el mensaje y rápidamente abrazó a su perro, besándole la cabeza mientras le susurraba “gracias, gracias”.

&

La pantalla individual se vistió de negro con las clásicas letras “the end” dando por finalizada la proyección de la película. El rubio se quitó los auriculares colocándolos en su lugar. Suspiró frustrado. “Moonlight” no era la mejor película para un vuelo. La había visto solo en su estreno y no la creía digna del Óscar a la mejor película. Volteó a su alrededor y pudo observar que algunos pasajeros, al igual que él, estaban despiertos aún siendo las tres de la mañana. No podía dormir, apenas llevaba cinco horas de vuelo y ya sentía que la ansiedad se apoderaba de él.

Un ligero apretón de manos le hizo dirigir la vista a su derecha y vio el rostro de su amado que con ojos somnolientos le dedicaba una sonrisa de confort, de seguridad. Con la tranquilidad que le daba el tener a Tom a su lado, cerró la casi inexistente distancia que había entre ellos y le besó tiernamente, lentamente. El ruido de un ronquido les hizo separase y mirar hacia abajo al dueño de esa demostración de sueño profundo: cubierto de su manta favorita de lunares de colores —que les recordaban a los chocolates “m&m’s”—, Capper dormía profundamente ajeno a las demostraciones de amor que se daban sus padres.

Tom, son las tres de la mañana y yo quiero…

Shhhhhh, no Bill —le interrumpió Tom que con voz somnolienta, ya se había apoyado en el hombro de su pareja— aunque la cabina esté a oscuras y los pasajeros estén casi durmiendo. No vamos a ir al baño… No quiero todavía ser parte del club de las alturas.. —murmuró sonriendo entre casi el sueño.

El rubio soltó una suave carcajada que le valió otros “shhhhh” pero ahora de los pasajeros que estaban despiertos.

Aunque siempre quiero hacer el amor contigo, esa no es mi intención. — Acarició la mejilla de Tom pasándole por detrás de la oreja un mechón de cabello que se había soltado de su coleta. Admiró la ondules de las pestañas que enmarcaban sus ojos color caramelo que siempre era el cuadro perfecto que veía al despertar.— Feliz aniversario amor.

Fue un 14 de Octubre cuando un Bill con ansiedad esperaba por un vuelo a Oregón y fue ese día cuando ante sus ojos un perrito le decía “acariciame” y con esa frase explícita sin proponérselo, él y su dueño entraron en su vida.

Tres años después, Bill seguía teniendo ansiedad por los vuelos, pero ahora tenía junto a él para sobrellevar esa situación a Tom y a su cuadrúpedo hijo. Sonrió acariciando el parche “pet me” que Capper solía llevar en su chaleco de trabajo años atrás y que ahora pertenecía a Tom, quien lo había bordado y portaba en su chamarra para uso “terapéutico y personal” de Bill.

FIN

WAG Brigade (Brigada del meneo) en verdad existe y como dice Tom es un nombre cool xD
«Pet me» (acariciame)
La mantita, colchita que usa Capper al final pues si existe. ¿Lo han visto cuando duerme o en el aereopuerto debajo de Capper ? Es una cafe de lunares de colores que se me figuran a los chocolates «m&m’s» 🐶❤️

Y sobre lo del parche que lleva Tom al final, pues se me ocurrió apenas (eso fue una de las cosas que agregue a la historia que ya estaba terminada) pues bueno, Tokio Hotel o mejor dicho Bill lanzó su línea de mercancía del grupo y la chamarra amarilla/negra tiene la particularidad de ponerle y quitarle unos parches con diferentes leyendas :artist, staff, friend, girlfriend, fan y creo nada más. Así que se me hizo chistoso agregarle el parche «pet me» a la chamarra que lleva Tom al final. Y ya ahora sí es todo. Gracias!

MizukyChan: Administradora del sitio. También escritora y traductora del fandom.

16 Comments

  1. Awwww, Ady, estuvo hermoso, sé que siempre puedo contar contigo cuando quiero leer un buen one-shot. Este me ha encantado, aplausos para ti. Me encantó la parte de Becka, porque yo tengo una beagle y me la imaginé con su chalequito junto con Capper! Ahh, me hiciste suspirar con este one-shot. Gracias y besos!

  2. Que ternura de one shot me encanto el protagonismo de capper. Es muy lindo el fic. Gracias por publicar

  3. Muy buena!!! 😀😀😀😀👏👏👏💞 gracias!!!
    Pese a ser un one shot me ubiera gustado leer como fue su cita y demás.

  4. Ternura al máximo. Me encantan estas historias donde todo el drama del fandom parece desaparecer. Adoro el twc y sé que tras toda la mala imagen que está dando Tom, sigue existiendo el amor entre ellos. Estas historias hacen que esa idea siga floreciendo en mi corazón.
    Gracias Ady.

  5. Yo amé el OS, lo amé como amo todas tus historias, mi querida Ady. Gracias por tanta ternura. En esta etapa de mi vida, parece que sólo veo ternura y corazones por todas partes, así que gracias. Eres un sol.
    MizukyChan.

  6. Una bonita historia, además de sacarte más de una sonrisa te enteras de esa brigada. Personalmente no tengo problemas con los vuelos pero sí conozco a alguien así.

  7. Cuando leí brigada del meneo, pensé en otra cosa, pero el fic realmente me encantó. Fue hermoso.

  8. Ohh, muchas gracias. Me da gusto saber que te gusto la historia!. Yo amo a Capper así que me inspiró su condición de perrito de asistencia.

  9. Kaylien30 jajaja, lo sé, mi intención es siempre sacar una sonrisa. Yo quedé fascinada con esa brigada. En la actualidad son muy pocos aeropuertos en el mundo los que cuentan con ese servicio. Pero ha de ser lindo encontrarte con ese lindo espectáculo! Oh, pues quizs a esa persona le ayude algún perrito de asistencia. Gracias por tu comentario!

  10. Mi Claudia querida!!! Jajajaa yo quiero ver o tener algo de lo lindo que estás viviendo! Me da un gustazo enorme por ti. Sabes que te quiero mucho, muchoooo!!! Gracias por darle una oportunidad siempre a mis historias! Y nada, que el sol eres tú 😘

  11. GGG que gustó saber que te gustó y ayuda en algo sobre tu creencia o amor por el twc!❤
    Sabes? Precisamente hoy hablaba con una gran amiga y concordamos que Tom quizá esté siendo mal «juzgado «. La «historia » siempre lo juzga mal..quiza todo es diferente…
    Besos y gracias por comentar!

  12. Isy, muchas gracias!! Sobre la cita, te puedo decir que en cuanto Bill aterrizó en Oregón, su celular vibró con los mensajes que Tom le envío y a los dos días fue su primera cita ❤ y de ahí en adelante puro amor!
    Gracias por comentar!

  13. Nixy, se me fue el responderte sin poner tu nombre (además que no me daba la opción de responder directamente.. creo ) Bueno, te respondía que me inspiró la condición de perrito de asistencia de Capper. Como dije en la historia, dudo que Tom padezca de ansiedad para viajar, pero es lindo ver a capper cómo uno de esos simpáticos animalitos!

  14. Kaulitz Angel ❤ con Becka hice un pequeño cameo porque esa beagle es mi perrita y así se llama (nepotismo ¿dónde? 😂) pues mira, yo solo quiero hacer historias dulces o cursis xd creo que bastante drama hay en la vida real, en el fandom cómo para complicarme en el fic.
    Muchas gracias por siempre tus gratas palabras. Gracias!!!

  15. La dosis justa de dulzura que necesitaba leer.
    La idea del fic es muy interesante y leer a Capper como el responsable de unir a Bill y a Tom fue adorable. Te diré que mis partes favoritas fueron cuando Tom le confiesa a Bill que lo observó en la sala de espera y mandó a Capper con él y cuando se da cuenta que Bill le dejó su número en el chaleco de Capper :3
    Me hubiera encantado leer la primera llamada y su posterior cita pero con saber que lograron estar juntos por tres años estoy satisfecha.

  16. Esto fue absolutamente adorable!!
    No se si me produjo más ternura la cerdita con tutú, Capper roncando en medio de ellos o que los hiciera besarse… bueno, creo que lo del beso fue una de mis partes favoritas.
    La Brigada del Meneo es un nombre muy curioso, gracioso y bastante tierno.
    Yo pensando que Tom era inocente, y sale con lo del club las alturas, lol.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *