One-Shot: Amor a la Medida

«Amor a la Medida»

La pequeña comitiva integrada por unos cuantos miembros del equipo de diseñadores del uniforme y un representante de los patrocinadores, se dirigía al área de Vestuarios del equipo de Patinaje de velocidad, en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de la Federación Alemana, lugar donde se llevarían acabo las últimas pruebas con el uniforme prototipo en los atletas, que habían sido elegidos para representar al seleccionado alemán que participaría en los Juegos Olímpicos de invierno a realizarse en Corea ese año.

Las pruebas de los nuevos diseños habían arrojado resultados positivos. La empresa creadora de los nuevos trajes había cumplido con los nuevos requisitos que la federación y el patrocinador exigían: un rendimiento aerodinámico a través de un ajuste anatómico y licra de alto rendimiento. Ahora ya con todos los requisitos cumplidos llevaban unos trajes prototipo para los últimos detalles basados principalmente en la parte visual de los uniformes.

—Ya quiero que lleguen los juegos, quiero quitarme la espina con los Holandeses. Ese campeonato mundial debió ser nuestro —resopló Georg Listing mientras subía el cierre frontal de su traje y comprobaba en el espejo de tamaño completo, como el traje de prueba se pegaba a su anatomía. Hizo algunos movimientos de “braceo” para corroborar la elasticidad— ¡dos malditas milésimas de segundo, por dos malditas milésimas nos ganaron y fue justo con nuestro propio tiempo, eso fue como una cachetada para nosotros!.

El campeonato mundial de patinaje sobre hielo de alta velocidad, se había llevado acabo en Octubre del año pasado , arrojando como nuevos monarcas al equipo Holandés . Alemania había dominado el primer lugar en las tres justas anteriores. Sin embargo, este año fueron los Holandeses quienes arrebataron el oro a los teutones en los últimos diez metros quedando estos en segundo lugar y peor aún, habían repetido el tiempo de los alemanes de la última competencia, dejando en evidencia que los alemanes se habían vuelto más lentos.

—Creo que lo lograremos, en las prácticas hemos roto nuestro tiempo récord, así que creo que lo podemos hacer— acotó Gustav Schafer a quien le habían tomado las nuevas medidas para el ajuste a su traje que le había quedado muy ajustado, recibiendo ahí mismo un pequeño llamado de atención del entrenador y nutriologo por el peso adquirido. —Gracias — dijo amablemente Gustav al chico que trabajaba con ellos siendo parte del diseño del vestuario y que minutos atrás le había tomado las nuevas medidas. Este le respondió con una sonrisa y asentimiento, volviendo inmediatamente toda su atención a los nuevos datos que estaba introduciendo en una aplicación de su iPad.

—Por nada Gustav, pero mantén la dieta por favor para evitar esto. Cierto que la nueva licra cumple con todos los requisitos respecto a flexibilidad, resistencia y aerodinámica pero cualquier detalle en el peso o volumen puede alterar el resultado estimado. —contesto sonriente Bill Trumper, un joven diseñador de 22 años, que había sido elegido por medio de un concurso nacional junto a otros dos talentos emergentes del mundo de la costura para formar parte de la federación alemana y realizar los nuevos diseños de los uniformes— Contamos con tiempo para corregir pero no hay que confiarnos, ya que la última parte solo consiste en la estética de éstos —dejó su IPad sobre la mesa y tomó la cinta métrica para tomar las medidas al siguiente atleta….un suave y bajo suspiro dejó salir, cuando ante él, se colocó el deportista dueño de sus sueños románicos y porque no decirlo, húmedos también.

—Tom, desvístete. —amaba decir esa frase, y aunque no era la connotación con la que en sus sueños le decía, se conformaba con tener ese momento de poder sobre aquel hombre.

—Ni siquiera te he pedido la cita y ya me pides que me desvista —contraatacó divertido Tom con una sonrisa coqueta, haciendo sonrojar al joven diseñador. Era evidente que había gusto entre ellos, les gustaba tontear y coquetear, pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso. Tom porque toda su concentración debía estar enfocada en la competencia y Bill porque no quería problemas en su trabajo.

—Ya sabes, gánatelo. —le sonrió también coquetamente Bill, quien ya tenía en sus manos la cinta para medir y le hacía señas con el dedo a Tom para que se diera la vuelta y poder empezar su trabajo. —si ganas una medalla de oro por equipos y en la prueba individual quizá lo piense.

Un silbido de burla se escapó de sus compañeros de equipo a lo que Tom sólo respondió con un bufido.

Como si fuera uno de sus múltiples sueños con el atleta, Bill fue testigo —una vez más— el como poco a poco Tom se iba desprendiendo de su jersey deportivo dejando al descubierto la parte superior de su cuerpo, dejando al aire libre la perfecta y ancha espalda de Tom. Tragó saliva al pasar su vista por esta y como se perdía hasta la cintura donde permanecía ajustado la parte inferior del traje de entrenamiento, donde era retenido por las caderas quienes fungían como último soporte para evitar que la prenda cayera por la gravedad.

Se mordió el labio inferior y con una calma que no poseía se posicionó detrás de Tom y procedió a tomar las medidas de su cuerpo. Medidas que él ya se sabia de memoria pero siempre agradecía cualquier pretexto para llevar a cabo tan placentera actividad. Era lo más cercano a sus fantasías llenas de lujuria. Colocó la cinta del hombro izquierdo al hombro derecho con parsimonia, notando que Tom había aumentado un poco en su masa muscular, no representaba en sí ninguna modificación como el caso de Gustav, así que se deleitó del espectáculo ante él. En el trayecto dejó una caricia imperceptible ante los ojos de los demás pero que Tom si sintió ocasionado un ligero estremecimiento por parte del atleta. Se relamió los labios y anotó en su iPad la nueva medida. Procedió a medir el largo del talle, la cintura y el largo de las piernas.

—Date la vuelta.

Si fuera un personaje de anime, Bill sabía que tendría un derrame nasal porque no sólo se topó con los perfectos pectorales de Tom que se movían a su parecer algo más rápido de lo norma y que estaban coronados pos dos pezones que estaban firmes… Tragó saliva, tratando de salir del trance, buscando una salida para que sus manos no reaccionarán ante el deseo emergente de tocarlos. Así que optó por alzar la vista, encontrándose con su perdición. Si el cuerpo de Tom era pecado, fantasía y porno, su rostro era una bendición celestial para sus ojos. Se perdió unos segundos en su rostro atractivo, pero lo que lo dejo sin habla fue el brillo en sus hermosos ojos castaños de Tom, un brillo que le supo a deseo, a lujuria que lo dejo por segundos inmóvil. Tom Kaulitz era uno de los hombres más atractivos de Alemania, además de un destacado deportista. Campeón nacional y mundial del patinaje sobre hielo de velocidad y capitán del seleccionado por equipos. Bajo sin disimulo la mirada de su rostro, al amplio cuello, a las clavículas, pasando después su vista a los firmes pectorales una vez más y de ahí a la estrecha cintura. Mentalmente se lo estaba saboreando. Desvío su mirada a los fuertes brazos coronados con unos magníficos bíceps y Bill se preguntaba cómo se sentiría ser aprisionados por ellos.

—¿Terminaste tu revisión? —le trajo Tom a la realidad con voz baja para evitar que sus compañeros escucharan— por mí puedes hacer tu inspección todo el tiempo que quieras. Sonrío con algo de petulancia.

El rostro de Bill se tiñó de rojo pero no objeto nada porque, ¿qué podía decir a su favor? Que se había formado fantasías no aptas para menores tan solo por ver a Tom. No, gracias. Tomó la cinta y con más calma de lo usual, continuó con su labor en el perfecto cuerpo de Tom.

Cuando Bill se arrodilló para tomar las medidas de sus piernas y muslos, Bill sabía que estaba en el paraíso. Su miembro había reaccionado ante los estímulos visuales que se presentaban ante esa altura en la que se encontraba. Un vientre marcado, acompañado de un camino fino de vellos que formaban una pecaminosa “V” hacia otro de los objetos de deseo de Bill. Su miembro había reaccionado, descubriendo que el de Tom estaba igual. Miro hacia arriba y descubrió que Tom lo observaba desde su posición en lo alto, para cuando Bill lo descubrió, ahora fue Tom quien se sonrojó y desvío rápido la mirada hacia el frente. No quiso decir nada, ni pasar por momentos vergonzoso e incómodos para los dos, así que decidió terminar su trabajo lo más profesionalmente que pudo y no dar ningún espectáculo.

—Muy bien Tom, te has mantenido en peso y talla. Hay un ligero incremento en la masa muscular de tu espalda pero para nada afecta. Ahora ponte el traje de prueba y con el puesto haremos las últimas modificaciones.

Con rápidos movimientos, Tom se puso el nuevo traje de elastano azul rey que le cubría el cuerpo como si fuera una segunda piel. Hizo algunos ejercicios para comprobar la elasticidad quedando conforme con el. Bill lo observaba tratando de concentrarse y dibujar en su IPad el como sería el trabajo final en el diseño de Tom ¡Joder, que con ese tono se le realzaba cada parte de su anatomía y qué decir de los músculos!

—¿Porqué ese parche en la entrepierna? —pregunto Gustav, que de pronto había caído en que tanto Bill como Tom estaban en silencio. —siento que exponemos mucho —lo último lo dijo entre comillas.

—La empresa creadora de la nueva tecnología hizo diferentes pruebas y con este nuevo parche que se agregó, se logró evitar la fricción entre los muslos hasta un 65%, así que lo hicimos por comodidad y rendimiento para ustedes. . Además de acuerdo al diseño de los colores, este ira en color rojo lo que no hace mucho contraste con el negro que predomina en el uniforme y así digamos que la atención no caerá mucho en esa parte de su cuerpo —sonrío con cierta picardía—. Miren —Bill recuperó su tono profesional y deslizando su tableta, enseñó a los hombres ahí presentes como sería el resultado final del vestuario para cada uno.

—Bueno, por mi parte es todo, terminen de ponerse el resto del equipo y nos veremos con los entrenadores y directivos en la pista de practica. —guardo sus cosas en su bolso— nos vemos abajo para las pruebas.

Antes de salir Bill le dedico una tímida sonrisa a Tom, y que éste respondió con genuina alegría.

—No creo que seas conveniente que bajes así Tom.

—¿Así? —Pregunto extrañado Tom.

—Amigo llevas minutos tratando de disimular esa tienda de campaña que te cargas —se carcajeó, señalando su erección — te esperamos, ve a tomar una ducha.

—¡grrrrr malditos!— Les grito Tom al pasar velozmente entre ellos, con dirección a las duchas tratando de mantener un poco de dignidad ante la evidencia de su estado.

Sus amigos estallaron en carcajadas.

—Bill lo tiene así, pero son unos idiotas que no se deciden a iniciar una relación.

Una sonrisa bobalicona se formó en el rostro de Bill, quien se había detenido en la puerta de la habitación para amarrar una de sus agujetas sueltas. No podía sentir más que empatía por Tom pues desde hace rato él también tenía problemas con su pene que se había despertado, pero lo había disimulado bien por el abrigo que llevaba puesto. Con nuevos ánimos se dirigió a la pista de entrenamiento.

&

El ambiente de triunfo se respiraba en la parte de la villa olímpica que había sido designada para el equipo alemán de patinaje. Hace algunas horas se habían alzado con la medalla de oro por equipos. Dejando la plata a sus acérrimos rivales los Holandeses y con ello refrendando su título con el bicampeonato olímpico. El campeonato mundial quedaría pendiente, ya tomarían revancha allá. Ahora era su gran noche.

Algunas copas con Champán se habían repartido entre los atletas para el brindis de celebración y otros los acompañaban con agua o té. Faltaban algunos atletas en diferentes pruebas y eran ellos los que no tenían permitido ni beber alcohol así como desvelarse, pero eso no impedía que se unieran a la celebración con los ganadores.

—Toma, aquí hace mucho frío —un vaso con café fue tendido a Bill.

—Gracias Tom —Bill tomó el vaso térmico con sus manos guantadas y volvió su vista a las montañas nevadas que albergaban un hermoso paisaje blanco que contrastaba con el negro de la noche. Estaba en la terraza del piso asignado a los alemanes que fungía como habitación de recreación. Ajustó su bufanda tejida a juego con su gorro de lana verde oscuro y bebió el líquido.

—¿Te diviertes? —preguntó Tom tomando lugar a su lado, él llevaba una infusión de menta porque aunque él había sido parte del equipo ganador no podía celebrar al cien con sus amigos. Tenía al día siguiente la competencia por la final varonil de 500 metros. Era el fuerte candidato al oro, pero aun así no se podía permitir ningún error externo a su preparación.

—¡Claro, estoy más que feliz porque los resultados se les están dando! —Respondió con sinceridad Bill, viendo de frente al atractivo deportista que llevaba su cabello atado en un moño desordenado,una sonrisa siendo enmarcada por una corta barba. Una bufanda como único accesorio que completaba su outfit deportivo.—¿y Tú, listo para mañana?.

—Me he preparado para ello desde hace años —le sonrió— físicamente estoy bien, las prácticas, los tiempos es lo que dicen y han arrojado buenos resultados… Y aunque estoy con mi mentalidad firme para ganar, no puedo negar que últimamente alguien me distrae …—se colocó frente a Bill pasando un mechón de su cabello negro por detrás de so oreja. Con calma depósito su dedo índice sobre el labio inferior de Bill, depositando una suave caricia, sintiendo la textura suave y esponjosa de el. Luego acunó con una mano su mejilla, logrando que Bill cerrará sus ojos y se permitiera descansar sobre el tacto cálido de su mano.

—Es ya tarde para mí, debo ir a dormir. —rompió la íntima atmósfera que se había formado entre ambos.

—Sí, debes —secundó Bill, enternecido por la actitud de Tom que de pronto se había vuelto tímido y “huía” ante su declaración.

—Hasta mañana Bill— Tom depósito un suave beso en la mejilla del de cabellos negros, quedándose unos segundos más aspirando no sólo el oxigeno limpio de las montañas, sino del perfume del cabello de Bill. Con un hasta mañana y suerte también de Bill, se internó en la pieza.

Bill llevó su mano derecha a su corazón que palpitaba aceleradamente.

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El óvalo olímpico estaba listo para la gran final de los 500 metros. Minutos antes se había llevado a cabo la final de 1000 metros de relevos quedando el equipo femenil alemán en segundo lugar y los coreanos en primero. Faltaba todavía la prueba de 1500 metros pero en esa no participaría Tom.

Los gritos de los aficionados —en su mayoría coreanos por ser los anfitriones— se dejaban escuchar. No eran tan intensos como lo eran los alemanes o europeos en general, pero había un buen ambiente, no lo intimaban pero era respetable.

Cuando el nombre de Tom Kaulitz fue anunciado en el parlante, un intenso griterío por parte de las féminas se escuchó. En parte se debía a que el competidor coreano no había pasado a la prueba final y las mujeres se habían decantado por el guapo alemán, quien lucía regio con su enterizo negro, su nombre completo en blanco en el brazo izquierdo y en el derecho el número 89. Algunos vivos de color amarillo en diagonal se situaban en sus piernas. En el pecho el escudo de la federación alemana. El controversial “parche “ rojo en la entrepierna, patines de hielo rojos, guantes negros, gafas y complementaba el uniforme el casco amarillo, rodilleras y coderas. Tom se situó sobre el carril externo de la pista haciendo movimientos de calentamiento con los brazos mientras terminaba el protocolo que anunciaba la siguiente competencia por la final. En el carril interno, se encontraba su eterno rival, el Holandés Robert Van Persy quien hacía algo similar.

El silencio se apoderó de la pista cuando ambos competidores se colocaron en la línea de salida. Tom tomó su posición y a la señal del disparo en el “go” salió velozmente intercalando el movimiento de sus piernas con brazadas lo más extendidas que podía para que el factor “viento” jugará a su favor. Su mirada estaba fija en la meta que se visualizaba a tan solo ya pocos metros. Dejó de escuchar todo y esforzó cada fibra de su cuerpo al máximo. Sus piernas se deslizaban fácilmente como si flotaran sobre la pista. La sincronía y velocidad eran perfectas. Diez, cinco metros…nada

Treinta y tres segundos con nueve milésimas. Un nuevo récord olímpico acaba de ser instaurado. El oro es para el competidor Alemán , Tom Kaulitz que rompió su propio récord. La plata va para…”

—¡Siiiiiiii, siiiiiii, lo hizo!

Cientos de voces clamaban y aplaudía a Tom quien feliz, ya se había quitado el casco y los lentes y daba la vuelta olímpica con un pequeño ramo de flores que le habían arrojado a la pista. Sonreía , gritaba y hacia señas de victoria con el brazo derecho en lo alto. A la tercera vuelta se detuvo frente a su equipo y fue a recibir los abrazos y felicitaciones, pero el que más ansiaba era el del guapo diseñador quien le aplaudía y gritaba efusivamente su nombre desde el lugar asignado al equipo. . Con rapidez, se apartó de sus compañeros y se dirigió a Bill quien al tenerlo enfrente lo abrazo fuertemente y felicito. Tom recibió el abrazo, rodeando su espalda con ambas manos para al final posarlas en la cintura cuando se separaron.

—Me dijiste que si ganaba saldrías en una cita conmigo, así que Bill Trumper, ante ti tienes al doblemente ganador del oro olímpico. Entonces ¿quieres salir conmigo?.

—¡Sí, sí, claro que sí! —y nuevamente cerro distancia para abrazarlo.

Tom le dio el ramo de flores que le acompañaba y con el por fin el beso anhelado. Bill sonrío en el beso y rodeó su cuello con las flores reposando en la espalda de Tom.

Estruendosos aplausos y silbidos los hicieron separarse solo para darse cuenta de que en la pantalla gigante del recinto los estaba enfocando y transmitiendo la peculiar declaración a nivel mundial a la vez que la palabra “felicidades” se leía debajo de la nueva pareja que una vez miraban a los ojos con felicidad evidente. Abrazándose una vez más, refugiados en el para ocultar su vergüenza.

&

Las cortinas blancas se mecían suavemente con la brisa del mar Mediterráneo. Porto Guerra, Italia había sido su destino una vez que su participación en la justa olímpica había terminado. El clima de esa ciudad italiana había sido la ideal para contrarrestar la ciudad invernal de La competencia. Llevaba ya dos semanas ahí y creía que estaba en el paraíso. Pero no sólo era la Costa italiana lo que lo hacía estar de maravilla, sino la perfecta compañía que estaba a su lado desde ese tiempo.

Poco a poco fue abriendo los ojos. Sentía una agitación en su corazón y en su vientre que en su estado algo somnoliento apenas estaba discerniendo. Cerró los ojos con fuerza dejando escapar un gemido profundo y llevando una mano pasando sobre su pecho desnudo que estaba empezando a sudar su pecho hasta su cabeza, donde enredó sus dedos en las hebras de su castaña cabellera que estaba esparcida a lo ancho de la almohada. Jaló con cierta rudeza sus cabellos al sentir la deliciosa contracción en su vientre y identificando por fin el lugar de donde provenía esa placentera sensación .Su pecho subía y bajaba agitadamente, sus gemidos eran cada vez más audibles y abrió de golpe los ojos cuando sintió algo húmedo en la fuente de su placer.

—¡Dios! — azotó con fuerza su mano hecha un puño sobre el colchón, cuando levantó la sabana que lo cubría solo para descubrir a su novio entre sus piernas, lamiendo tímidamente su cada vez más erguida erección como si de un helado se tratase. No pudo evitar que su cadera hiciera movimientos ondulatorios para tratar de decirle a su pareja que lo tomará por completo. La larga cabellera negra, cubrió su visión de su novio engullendo su miembro. Esa acción solo duró un par de segundos porque el plan de Bill no era que Tom se corriera, no aún . Dejó uno de sus lugares favoritos de la anatomía de Tom para erguirse hasta llegar a su altura y acaricio con su nariz el rostro de Tom. Un acto lleno de ternura que contrastaba con el acto de deseo, pasión y lujuria que se llevaba acabo en su zona sur , siendo protagonista la mano de su pareja, quien constante bamboleaba el pene de su pareja. Tom gimió una vez más abriendo los ojos perdiéndose en el rostro del pelinegro quien estaba a centímetros de el suyo, quien también se veía agitado, con ojos brillos y labios entre abiertos. Respiraban sobre los labios del otro hasta que sus bocas se unieron fundiéndose en el amor, el deseo y la pasión, los cuales los habían acompañado desde el día que Tom se había coronado como campeón olímpico y pasó de celebrar con su equipo a una celebración privada con Bill..

—Bill, Bill —decía Tom como mantra ya no aguantando más la dulce tortura y placer que le estaba otorgaba su pareja.

—Todavía no Tom, ya casi, ya casi —el pelinegro se estaba frotando sobre la cadera de Tom al tiempo que besaba su cuello y seguía con el intenso vaivén de su mano al miembro de Tom— debe de llegar al tamaño correcto— gimió con lasciva en la oreja de su pareja.

—Joder Bill, me voy a correr y va a ser tu culpa.

Unos segundos más y Bill dejó el trabajo de su mano sobre el miembro de Tom y con suma fuerza, jalo a Tom para que se posicionar encima de él, abrió sus piernas para que éste se posicionar correctamente sobre de él, alineando sus cuerpos empezaron a mecerse suavemente. Imponiendo un cadencioso y lento ritmo acompañado con el sonido de besos húmedos y un sinfín de “te amos”. Con un último beso, Tom se enderezó y estiró su mano para tomar el lubricante que estaba bajo su almohada. Lubricante que ya casi se agotaba por su continuo uso. Embarnizo su miembro dolorosamente erecto. Tomó a Bill de las caderas alineándolo a él y de un solo movimiento lo penetro.

Bill se arqueo, doblando sus pies que se apoyaron sobre el colchón mientras Tom iniciaba una deliciosa y lenta invasor a su interior. Tom se agachó hasta llegar a su altura y profanar también sus carnosos labios.

—Diecinueve centímetros, justo eso justo eso es lo que necesito —balbuceaba Bill ya preso del placer. Su respiración ya se entrecortaba cada vez que sentía una embestida sumamente profunda que le hacía ver luces en pleno día, enterró su cabeza en el cuello de su pareja dejando besos húmedos y calientes —cuarenta y ocho centímetros —grito mientras abrazaba la espalda de Tom pasando frenéticamente sus manos, abarcando todo lo posible de ella, dejando algunos rasguños como resultado de la pasión. —dos cuartas acotó al pasar sus manos en la cintura de su pareja para terminar agarrando su perfecto trasero con ambas manos e instarlo a ir más rápido y profundo.

Tom sonrió ante la extraña manía que tenía el diseñador de siempre medirlo para comprobar sus medidas. Bill solía medir su cuerpo con múltiples “herramientas” : lo medía con la cinta, con las manos, con la cantidad de besos repartidos en todo su cuerpo, siendo esa última su favorita. Bill lo sabía y jugaba con ello, dedicándole más trabajo a su vientre y elección ya que eso, a Tom lo volvía loco. Aceleró los movimientos de sus embestidas, se movía ya sin control sobre de él buscado la liberación de su placer.Alzó las piernas de Bill sobre su hombros para buscar el mejor ángulo y lograr tan bien que Bill se corriera. Con esta nueva pose logró tener un acceso más profundo, besó desenfrenadamente al diseñador quien a esas alturas, balbuceaba incoherencias y se encaminó a la cúspide de su orgasmo. El primero en alcanzar él climas fue Bill quien se había liberado por el doble estímulo en su entrada y la fricción que deliciosamente recibía su miembro al estar frotándose contra el vientre de Tom. Algo equivalente a una descarga eléctrica recorrió su cuerpo, y arqueando su espalda, dejó escapar un delicioso gemido mentiras se corría abundantemente sobre su abdomen. Segundos después trataba de recuperarse de la experiencia vivida, cayó como peso muerto sobre la cama. Los orgasmos con Tom siempre eran diferentes e intensos. Tom lo alcanzó minutos después porque la adrenalina del sexo era mucho mejor a la que sentía cuando estaba compitiendo. Para Tom estar con Bill, amarlo, estar dentro de él era mucho mejor que cualquier competencia y el orgasmo era mejor que cualquier trofeo, que cualquier medalla de oro. Miró una vez más el rostro de Bill quien se hallaba con los ojos cerrados tratando de recuperarse de su orgasmo. Observo su belleza, la capa de sudor que cubría su piel, su cabello revuelto, humedecido por la labor y el último tirón lo sentía ya en su vientre. Con renovadas fuerzas se sentó sobre sus rodillas y sin romper la unión, atrajo a Bill para que quedara sentado sobre de él, rodeando sus caderas con sus piernas estiradas. Con esta nueva posición obtuvo un acercamiento más íntimo y tomó a Bill de la nuca para iniciar otro beso más profundo, continuando con las cadenciosas embestidas en el interior de él.Bill rodeó su cuello y se perdió en el beso, sintiendo que Tom entraba cada vez más profundo en él. Las embestidas bajaron la intensidad y Tom se alzaba lentamente para entrar en él, se quedaba segundos dentro moviendo circularmente las caderas para otorgar más placer. Volvió a repetir la acción volviendo locos a ambos, dejando salir te amos que morían en la boca del otro. Tres lentas pero profundas embestidas más dio Tom y por fin se derramó en su interior.

Bill atrajo el cuerpo de Tom sobre de él para descansar en la cama. Tom encontró en el pecho de su pareja la mejor almohada y jaló la sabana para cubrir sus cuerpos desnudos. Hacer el amor con Bill era mejor que cualquier competencia. Beso el pecho del de cabellos negros, quien poco a poco ya había encontrado un ritmo apacible para caer en el sueño. Tom le dedicó una última mirada y depósito un beso perezoso que su pareja apenas respondió, dándole en el trayecto una sonrisa para por fin caer en los brazos de Morfeo. Tom se quedo unos minutos más observándolo y se levanto con cuidado del lecho. Sin hacer ruido, con su desnudez en pleno esplendor se dirigió al pequeño tocador de la habitación. Abrió una de las gavetas, donde al fondo de esta, descansaba una pequeña caja de terciopelo negro. La abrió y un anillo de oro con pequeñas incrustaciones de diamantes blancos le dio la bienvenida. Pasó su mirada de el hacia Bill quien dormía plácidamente y sonrío. Sabía que era la decisión correcta. Se sentía como si se preparara para un nuevo desafío deportivo. No, era más que eso. Sería el inicio de su nueva vida. Cerró la pequeña caja para reunirse con el que sería su pareja para toda la vida. Levanto las sabanas y entro en el nido, en su lugar junto a Bill, quien al percibir su presencia se acomodó de lado para que Tom hiciera lo mismo y le abrazara por detrás. Tom besó el hombro de su pareja y estiró su mano para depositar frente de Bill la pequeña caja, para que cuando él despertara fuera el anillo lo primero que viera. Acomodó su cabeza entre el cuello de su pareja y encontró también el dulce estado onírico.

FIN

Notas finales: lo del parche en la entrepierna si existe y ha causado revuelo en los Juegos Olímpicos porque se «expone» la entrepierna de los competidores, para algunos es molesto pero para otros…pues es un atractivo visual 😂, pueden googlear «uniforme del equipo estadounidense de Patinaje de velocidad para que se den una idea sobre lo que hablo.

Gracias por su tiempo y nos vemos, espero pronto.

MizukyChan: Administradora del sitio. También escritora y traductora del fandom.

9 Comments

  1. Wow, esto estuvo genial, como siempre Ady, tus one-shot son lo mejor. Besos! Espero leerte pronto!

  2. Que linda historia. Me estoy haciendo adicta a tus fics.
    Gracias Ady!

  3. Tus historias cortas son cotidianas pero hermosas lo que las hace más realistas. Me gusta la fantasía pero los escenarios modernos y no tan usuales como cortes, hospitales o escuelas hacen que sean interesantes. Gracias por compartirla,pude imaginar a Tom como un deportista buenote.

  4. ¡Me encantó! Perfecto de principio a fin con la cantidad necesaria de dulzura.
    Yo soy fan del patinaje artístico por lo que también estuve pendiente de los juegos así que me pareció muy interesante leer ese ambiente en un fic Toll.
    Amo y odio al mismo tiempo que el final sea abierto con esa propuesta de matrimonio XD
    Gracias por publicar el OS.

  5. @ Kaulitz Ángel , @exo_215 y @ Kaylien30 miles de gracias por sus palabras, siempre son palabras que a agradezco y me motivan para seguir escribiendo. Grcias 😘

  6. Uffff eso estuvo súper intenso.
    Conforme iba leyendo sentía que yo estaba ahí y bueno ya te imaginarás.
    Me encantó, a pesar de ser un OS no le falto nada estuvo súper completo y satisfactorio.
    Jajajja me pude imaginar a Tom compitiendo en las olimpiadas y a Bill echandole porras para que ganara. Esos dos son unos loquillos y por eso los amo.
    Oye sí investigué los trajes y sí, se ven muy raros pero todo sea por la comodidad y deleite 😂😂😂😂
    Gracias por compartirlo 😘😘😘

  7. Caramba, definitivamente un fic precioso!! 👏👏👏👏 de principio a fin hermoso, gracias!!
    Me encantó el ambiente olímpico, muy original 😀😘👏👏👏💐💐💐

  8. Me encantó el one shot. Pero me dejo con ganas de mas el final abierto. Eso fue cruel de tu parte xD

  9. me encanto que bella historia , me facinan las historias con esos finales de ensueño 😀

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