RESUMEN: Tom es visitado por los fantasmas de la Navidad pasada, presente y futura para advertirle sobre algunas cosas que tiene que reparar en su vida, y así ayudar al más insignificante de sus empleados.
TÍTULO: “Fantasmas de Navidad”
AUTOR: MizukyChan
Banner: Imagen tomada de la red.
Audiencia: PG-13
Categoría: Slash
Personajes: Bill Kaulitz, Georg Listing, Gustav Schafer, Tom Kaulitz, Original Masculino.
Advertencias: No
Extensión: One-Shot
Género: Angustia, Basado en, Criaturas, Paranormal, Romance, Ternura, Twc No Relacionado, Universo Alterno.
Ocasión: Navidad
Pareja Principal: Bill/Tom
Pareja Secundaria: No
Series: Mis One-Shots & Magical Creatures
Estado Actual: Terminado
Total Capítulos: 1
Publicado originalmente el: Diciembre, 2014
Nota de MizukyChan: Espero les guste este típico cuento navideño, pero adaptado a una loca historia entre Bill y Tom jejeje que lo disfruten. Y lo pongo en la serie de criaturas mágicas, porque los fantasmas también caen en esa categoría, ¿no creen?
«Fantasmas de Navidad»
El gerente de la empresa más importante de Alemania, Tom Kaulitz, se caracterizaba por su frialdad y malos tratos para con sus empleados. Considerándolos inmensamente inferiores a él, les humillaba, gritaba y pagaba miserablemente. Dentro de los menos afortunados se hallaba Bill Trumper, el chico de la limpieza, Tom se desquitaba con él cada vez le veía, no le importaba humillarlo delante de cualquier persona que estuviera enfrente, el asunto era desacreditarlo por el simple hecho de que él no tenía estudios y por lo tanto era un “burro”, como solía decirle.
El viernes 24 de diciembre, la mayoría de los empleados de la empresa tenían compromisos familiares para celebrar las hermosas fiestas. Sin embargo, la autoritaria voz del jefe se dejó oír por los parlantes de todo el edificio.
—Les recuerdo a todos los trabajadores que este día se cumplirá el horario normal hasta las 18 horas, y cualquiera que ose retirarse antes, podrá evitarse el regreso el día lunes, porque estará despedido. Que tengan buenas tardes —expresó aguantando la risa y cortó la comunicación.
El personal frunció el ceño y, reconociendo que se esperaban una trampa como esa, simplemente continuaron con sus labores. El pelinegro se deshacía limpiando una ventana cerca de la oficina de su jefe, él quería que todo lo que estuviera cerca de Tom estuviera reluciente. Se sorprendió al oír como la secretaria personal del guapo trenzado, la voluptuosa Chantelle, estuviera hablando descaradamente de su jefe con la otra secretaria, quejándose sobre el horario de trabajo.
—Señorita… —Le dijo acercándose a las mujeres.
—¿Qué quieres, niño? —respondió con frialdad la rubia, siempre le llamaban así, porque sólo contaba con 18 años.
—Le voy a pedir señorita que deje de hablar mal del señor Kaulitz —dijo alzando la mirada, a pesar de todo, le chocaba que hablaran a las espaldas de las personas.
—¿Qué? —preguntó la mujer indignada y sorprendida a la vez.
—Pero tú, ¿de qué vas? Él te trata peor que la mierda ¿y tú lo defiendes? —Gruñó la chica, mirándolo con incredulidad en los ojos.
—Pero aun así, él es nuestro jefe y le debemos respeto —volvió a insistir el moreno.
—No me callaré y diré lo que quiera de ese hijo de perra. —Escupió las palabras con saña. En eso, se abrió la puerta y el jefe miró toda la escena.
—¿Ya te ganaste otro insulto, “burro”? —comentó el trenzado, acercándose al chico, golpeando levemente su hombro, provocando un sonrojo en el chico.
—No… no señor… —tartamudeó el pelinegro.
—¿Qué? ¿Ya ni hablar puedes? ¿Acaso no terminaste ni la primaria, Trumper? —Le recriminó feamente, las mujeres le veían con pena, pero a la vez con una mirada que decía “Te lo dije”.
—Lo siento, señor… —Se disculpó el chico, sin realmente deber una disculpa.
—Mejor ve a terminar tus labores… Ah Trumper… antes que lo olvide… necesito que te quedes horas extras, mañana habrá una reunión a primera hora con unos ejecutivos extranjeros y quiero que la sala de conferencias esté reluciente. —Ordenó el hombre arreglándose una trenza, sin siquiera mirar al muchacho.
—Pero señor… mi hermano está enfermo —quiso protestar, pero fue interrumpido.
—Mira Trumper, si no quieres te vas y ya, pero no sé dónde encontrarás un trabajo mejor, si no tienes ningún estudio —dijo para manipularlo, el chico apretó los puños.
—Lo haré, señor. —El mayor se fue y él volvió a su ventana, con los ojos nublados de llanto. Uno de los compañeros que vio todo desde lejos, se acercó a Bill y le abrazó.
—Tranquilo, amigo.
—No es por mí, es que mi hermano está enfermo y sólo me tiene a mí para hacerle compañía. —Se limpió las lágrimas y siguió frotando el cristal.
—Ese Kaulitz, algún día tendrá que pagar por todas sus maldades —comentó con resentimiento en la voz, pero el pelinegro se movió bruscamente y habló.
—No. El señor Kaulitz no es malo, sólo es un empresario y esa es la manera que tiene de obtener lo que quiere y llegar al éxito —siguió defendiéndolo.
—Vaya, chico, aún no sé por qué lo defiendes, pero te dejaré seguir trabajando.
—Gracias y feliz Navidad.
—Feliz Navidad para ti también, Bill.
&
Tras llegar la hora de salida, todos se despidieron y se desearon felicitaciones por la fecha tan especial. Algunos le dejaron pequeños obsequios al más joven de la empresa, el pequeño Bill, y luego uno a uno fueron dejando las instalaciones.
El pelinegro se quedó completamente solo y partió con una sonrisa a la sala de conferencias. Elevando su armoniosa voz, cantó mientras limpiaba cada rincón del enorme lugar. Luego de horas de arduo trabajo, se limpió el sudor de la frente y corrió hacia un negocio a la vuelta del edificio.
—Muy buenas noches, señora —saludó alegremente—. Qué bueno que no ha cerrado todavía.
—Hola, Bill, te dije que te esperaría —saludó la anciana con una sonrisa.
—Lo siento muchísimo, me tuve que quedar horas extras —relató el chico, juntando sus manos como una súplica, la mujer sólo rió más fuerte.
—Sé que Kaulitz es un abusador, no te preocupes, además yo estoy solita, no tengo con quien pasar la Navidad —contestó con cierta melancolía. El pelinegro lo notó de inmediato y se le ocurrió una magnífica idea.
—¿Por qué no viene a cenar con mi hermano y conmigo? No es tan lejos —pidió con ojitos de gatito con botas, la señora lo miró complacida y asintió—. Genial… y ahora a los negocios… ¿Me podría dar una rosa blanca, por favor?
—Es para él, ¿verdad? —cuestionó la anciana, guiñándole un ojo.
—Sí, es la única flor que le gusta —respondió Bill, completamente sonrojado.
—Toma, pequeño. —Le entregó la flor con un hermoso moño rojo.
—Gracias, voy a dejársela y paso por usted. —Tomó la flor y salió corriendo de vuelta al edificio. Subió corriendo hasta la oficina más alta, la de gerencia, y entró respirando agitadamente, pensando que estaría completamente solo. Sus ojos se abrieron grandemente al encontrarse directamente con los achocolatados ojos de su jefe.
—Trumper, ¿aún aquí? —El chico quiso esconder la rosa, pero fue muy tarde.
—Yo…yo… —tartamudeó.
—Puede irse —dijo Tom, sin volver a mirarle.
—Señor… yo… quería decirle… feliz Navidad. —Y lentamente estiró su manito, con la hermosa rosa entre sus dedos.
—Una rosa blanca… —El mayor sonrió un poco, el chico se sonrojó fuertemente.
—Su favorita…
—Gracias. —La tomó y luego miró al pelinegro con dureza—. Bien, déjese de sentimentalismos y váyase a dormir porque mañana debe venir a limpiar.
Bill sintió un nudo en la garganta y salió despacio, sin embargo, dentro de la oficina, el trenzado tomó nuevamente la rosa en sus manos, olió su delicioso aroma y la puso en una tasa con un poco de agua, sin dejar de sonreír…
—Ese chiquillo es un sentimental —susurró y volvió a su computadora, debía preparar la conferencia del día siguiente.
&
Esa noche, Tom Kaulitz se fue a casa pasada las doce de la noche, se olvidó de Navidad y no miró a nadie, mientras conducía a su casa, en su elegante Cadillac Escallade negro.
Una vez en la comodidad y seguridad de su condominio, se dio una larga ducha caliente y se metió en la cama, pensando en todos los millones que ganaría al día siguiente en la conferencia que daría a una empresa extranjera.
Tom despertó sobresaltado al sentir que su cama se movía fuertemente.
—¡Terremoto! —Gritó a nadie, pues vivía solo.
—No, hombre, no es ningún terremoto —respondió una voz bastante varonil.
—¿Quién demonios es? —preguntó sin ver realmente de dónde provenía la voz.
—Soy Georg Listing —respondió un joven de más o menos su edad, con un cabello castaño, largo y sedoso—. El fantasma de la Navidad pasada —explicó, sentándose a los pies de la cama de Tom.
—Ja, ja, ja estoy soñando, ¿cierto? —Rió el trenzado, quitándose las lágrimas de risa.
—No, hombre, soy el fantasma de la Navidad pasada. Soy muy real. Mira…toca… —Ofreció su brazo para ser tocado y comprobar sus palabras. El trenzado lentamente estiró su propia mano y al sentir el tacto del otro joven, pegó un salto y gritó.
—¡Llamaré a la policía!
—¡Idiota! Por eso no quería venir. —Se quejó el chico arreglando su cabello.
—Te lo advierto… —Amenazó el trenzado.
—Nada, hombre. —Se levantó y movió la cama con Tom encima, aterrando al trenzado—. Si haces algo, te mato del susto y listo.
—Ok, ok, ok… —Tom respiró hondamente—. Digamos que te creo…. No me dirás que esto es como ese antiguo cuento que me contaba Simone… de una tal Scruch o algo así…
—Algo así… —dijo Geo, volviéndose a sentar.
—Ja, ja, ja —Rompió a reír nuevamente.
—¿Qué es tan gracioso? —indagó el castaño, un tanto molesto.
—No puedo creerlo. ¿Y ahora qué? ¿Me llevarás a recordar mi antigua vida para que me arrepienta de no creer en la Navidad? Para nadie es un misterio que yo no celebro la Navidad —comentó el trenzado, tomando una playera para vestirse.
—No te mostraré tu vida, eres un miserable y en realidad a nosotros no nos importas —dijo el chico molesto del todo.
—¿No les importo? —susurró Tom frunciendo el ceño, sin mirar al fantasma—. ¿Y por qué estás aquí?
—Por Bill Trumper —contestó el castaño, mostrando por primera vez una sonrisa—. Ese chiquillo es una preciosidad.
—¡Gay! —dijo por lo bajo el trenzado, escondiendo su comentario en un carraspeo.
—¿Estás listo? No tenemos toda la noche —gruñó el castaño.
—Sí, sí… deja que me ponga los tenis —Terminó Tom y luego el fantasma, le tomó del hombro y fueron transportados al pasado.
&
Aparecieron en una casita muy pequeña. Bill estaba en la cocina, preparando lo que parecía la cena de Navidad, que consistía sólo en una sopa de sobre y unas patatas cocidas. Mientras lo hacía tarareaba feliz una melodía, que se oía divina de sus labios.
—Canta muy bien —murmuró, pero el fantasma alcanzó a oírle.
—Claro que sí. Ha cantado desde niño en el coro de la iglesia y ama hacerlo. Lástima que nunca tuvo dinero para poder estudiar canto —comentó el castaño, entristecido.
—¿Y una beca…? Lo que pasa es que Trumper es un burro, no tiene cabeza para estudiar, por eso sólo puede hacer la limpieza —Se burló, pedantemente el trenzado.
—Te equivocas, como siempre, Kaulitz. Bill es muy inteligente, el problema es que su madre murió hace dos años. Bill ahora tiene 15, se quedó huérfano a los 13 y su hermano pequeño es inválido —Tom arrugó el ceño, no tenía idea de que el pelinegro tuviese un hermano en esas condiciones. En realidad no tenía idea ni si quiera de que tuviera un hermano—. Él nunca quiso dejar a su hermano en un hogar social… abandonarlo era impensable para él, así que dejó los estudios y se puso a trabajar. Ha sido terrible para él, pero ha aguantado todo por su familia.
—Wow. Espera… si tiene 15, creo que ya trabajaba para mí —dijo sorprendido el moreno.
—Exacto… escucha… —Le pidió, al ver que el pelinegro arrastraba una silla con su hermanito en ella. El pequeño sonreía contento.
—No puedo creer que es Navidad, Billy —dijo contento el pequeño. Sin embargo, el ceño del pelinegro se frunció y sus ojitos se llenaron de lágrimas—. ¿Qué te pasa, Billy? —Tom quería preguntarle lo mismo.
—No es nada, Samy, es que… —Estalló en llanto—. Sólo pude comprar un postre como regalo de Navidad, porque con el sueldo debo pagar las cuentas y no me alcanzó para ningún juguete.
—Billy, no llores. —El pequeño le abrazó—. No importa, estamos juntos y eso es lo más importante.
—¿No te da pena, Samy? Desearía que mamá estuviera aquí. —Lloró el moreno.
—Tranquilo, Billy, sé que mamá estaría feliz y muy orgullosa de ti —Tom asentía ante tal comentario, el fantasma le veía sonriente.
—Bien, comamos, pero primero oremos para dar gracias. —Los dos cerraron los ojos y Bill comenzó—. Querido Padre Celestial, en esta noche queremos darte gracias por estar juntos como familia, por tener una cena riquísima y en especial, queremos agradecerte por mi querido y guapo jefe, el señor Tom Kaulitz —El trenzado se sonrojó y carraspeó.
—Me dijo guapo… —Le habló al fantasma como comprobando lo que había oído.
—Desde que le hiciste la entrevista de trabajo, Bill ha estado secretamente enamorado de ti —Tom se sonrojó, se acordó de aquella primera entrevista cuando le vio con la ropa ajustada y el fino rostro maquillado, pensó que era una chica muy guapa y por eso la dejó de inmediato, pero cuando, al final de la entrevista vio el nombre de “Bill” se sintió estúpido y por eso le dio por molestarlo.
—Billy, no deberías orar por tu jefe, él no es muy bueno que digamos —comentó el pequeño Samy.
—Claro que lo es, me dio trabajo sabiendo que soy menor y que no tengo estudios, es un ángel, por eso le gustan las rosas blancas, porque todo lo blanco y angelical le queda bien. —El pelinegro sonrió embobado y sonrojado, poniendo los ojos casi de corazoncitos. Tom no pudo evitar sonreír y sentirse claramente culpable.
—Cof, cof, cof —Comenzó a toser fuertemente Samy.
—¿Estás bien, hermanito? —Se apresuró a pasarle un vaso de agua.
—Sí, pero esta tos no me deja tranquilo…
—Juntaré más dinero para llevarte a un hospital, Samy —ofreció afligido el pelinegro.
—Ese chico está mal —aseguró Tom—. No soy médico, pero las condiciones de vida, la escasa comida y una enfermedad, no son buena combinación.
—Así es, Samy está desarrollando una tuberculosis letal, Tom. Le quedan exactamente tres años de vida —explicó sombríamente el castaño.
—Eso devastará a Bill… Espera, tres años… no me dirás que morirá en Navidad… —dijo aterrado el trenzado. El fantasma no contestó, sólo le apretó el hombro y lo regresó a su habitación.
&
Tom miró alrededor de su pieza aún oscura y dio un gran suspiro. Se secó el sudor de la frente y miró el reloj. 12.30 am, no había dormido nada. Se recostó nuevamente.
—Bill —dijo en suspiro y luego su pieza se iluminó fuertemente—. ¡Mierda! —Gritó.
—No es necesario usar palabras inapropiadas —comentó reprendiéndolo, un chico rubio con gafas negras, quien le miraba inquisidoramente.
—¿Quién eres tú? —preguntó el trenzado tragando grueso, no le gustaba esa mirada.
—Soy Gustav Schafer. El fantasma de la Navidad presente —Tom bufó.
—Genial… más sueños.
—No estás soñando, Kaulitz, y si por mi fuera, me ahorraría este paseíto y te llevaría de inmediato con el último fantasma —agregó seriamente el rubio.
—Ok, ok, ya entendí, no te agrado, en realidad no le agrado a nadie —susurró Tom, un poco afectado, nunca le había pasado, a él no le importaba ser desagradable, pero lo que Bill pensaba de él le dio esperanza de que alguien más le tuviera aprecio. Pero al parecer eran esperanzas vanas.
—¿Nos vamos? —preguntó el fantasma con frialdad.
—Claro… ¿A dónde?
—Con Bill, claro está… muero por verlo de nuevo, es un bomboncito —afirmó el rubio, relamiéndose los labios. Tom frunció el ceño.
—Pervertido —Le dijo abiertamente.
—¿Acaso eres ciego? Bill está buenísimo.
—Sí, pero es un crío —dijo tratando de evitar que su voz sonara nerviosa.
El fantasma apretó el hombro de Tom y aparecieron en la pequeña casa nuevamente. Esta vez vio que Samy estaba más grande y Bill se había esmerado en su apariencia, sus ropas estaban gastadas, pero limpias y se ajustaban a su cuerpo de manera increíble. Su maquillaje le hacía ver más sofisticado y por segunda vez en la noche, Tom pensó que era muy guapo.
—Oremos —dijo el pelinegro al estar sentados, junto a una anciana en la mesa.
Vieron como la cena transcurrió tranquila, pero nuevamente la tos atacó los pulmones de Samy y esta vez no pudieron evitar pedir una ambulancia, pero lo que pasó cuando ésta llegó, era algo que Tom jamás imaginó.
—¿Signos vitales? —cuestionó uno de los médicos de la ambulancia, mientras el otro chequeaba la información. Y luego, él bajó para hablar con Bill.
—¿Qué clase de seguro posee?
—No tenemos seguro, señor —respondió el pelinegro con la voz temblorosa. El hombre le miró de arriba abajo y Tom se molestó.
—Me temo que no podremos llevarlo al hospital. Si no tiene seguro, no tiene atención.
—Pero debe hacer algo, por favor.
—Yo podría atenderlo… si tú… —Se acercó al oído del chico y Tom también— Si puedo follarte. —El trenzado casi saltó de la molestia.
—¡Maldito! —Gruñó el trenzado, con los dientes y puños apretados, pero nadie pudo escucharlo.
—De esta respuesta dependerá el futuro de Bill —expresó angustiado, el fantasma.
—¿A qué te refieres? —preguntó Tom, pensando lo peor.
—Si Bill acepta, se prostituirá para siempre.
—No, no, no, hay que evitarlo… ¡No lo hagas, Bill! —Le gritó pero el chico no le escuchaba y sus ojos estaban completamente llorosos.
—Vamos… —Mandó el rubio y tomando a Tom del hombro, desaparecieron.
&
—¿Por qué? Había que impedirlo —Gritó al vacío porque se hallaba completamente solo, nuevamente en su cuarto.
—¡Silencio! —Se oyó una voz gutural horrorosa.
—¿Quién? —Se estremeció al ver la figura sombría frente a él. Era la típica imagen de la muerte, con capucha y todo, su piel se erizó y, al observarle con atención, se percató de que su rostro estaba tan oscuro que no se veía.
—Ggggrrrr —Se oyó el gruñido profundo de aquel ser.
—Tú debes ser el fantasma de la Navidad futura —dijo sonando desesperado—. Vamos… necesito saber qué pasará con Bill… —agregó rápidamente y el fantasma puso la mano huesuda en su hombro.
&
Aparecieron en un cementerio de noche, todo estaba completamente oscuro y sucio. Unos hombres se reían mientras bebían cerveza al lado de un féretro.
—Será mejor que enterremos a este pobre diablo —dijo uno moreno, de mal aspecto.
—¿Viste a esta preciosidad? —comentó otro de los hombres, levantando la portezuela del cofre, por el lado del rostro.
—¿Qué no es el putito del hospital? —cuestionó nuevamente el moreno, mirando fijamente el rostro de Bill por sobre el cristal.
—Sí, pobre chiquillo, desde que murió su hermano, no tuvo voluntad para seguir esforzándose y ese maldito doctor lo tomó para prostituirlo —dijo el más joven de los tres.
—Si fue un putito, podríamos darle la despedida, ¿no creen? —Sugirió el moreno asqueroso—. Total, muerto no se quejará —Tom sintió nauseas—. ¿Y de qué murió?
—Su hermano murió la Navidad pasada, no soportó la depresión y se cortó las venas —relató el joven.
—Sácame de aquí —Pidió Tom con los ojos llorosos—. Ya he visto suficiente.
La mano huesuda le tocó el hombro y lo devolvió a la oscuridad y tranquilidad de su habitación.
&
Tom abrió los ojos grandemente y reconoció el lugar. Miró el reloj. 12.35 am.
—Tengo que darme prisa —murmuró y como ya estaba vestido tomó las llaves de su auto y partió con rumbo a la casa del pelinegro.
—Hola… —Saludó levemente, cuando Bill abrió la puerta de su humilde casita.
—Señor Kaulitz… —dijo sorprendido, con las mejillas suavemente sonrojadas.
—Feliz Navidad, Bill —El trenzado le abrazó con todas sus fuerzas, quería sentirle y decirle que todo estaría bien, que de ahora en adelante él le cuidaría, y que nadie le haría daño.
—Ohhhh —Gimió levemente el pelinegro—. Feliz Navidad, señor Kaulitz.
—Dime Tom, por favor —Ofreció apartándose apenas, sin dejar de tocar los hombros del pelinegro. En eso Samy comienza con su ataque de tos.
«Perfecto, llegué a tiempo» Pensó.
—Samy… —Giró el moreno hacia su hermano.
—Llevémoslo a la clínica —Mandó Tom, con rapidez.
—Pero, señor… —Se apresuró a contradecirlo.
—Soy sólo Tom y no digas nada… está enfermo y lo atenderán bien allí. —Bill asintió y todos se subieron al elegante vehículo y partieron con dirección a la clínica más costosa del país. Allí los recibieron de inmediato y procedieron a entregarle las mejores atenciones al joven Samy.
—Tranquilo, Bill, aquí le ayudarán. —Le alentó el de trenzas, pasando su brazo alrededor de los hombros del menor, quien se sonrojó con el contacto.
—¿Cómo le pagaré, señor? ¿Quiere que trabaje horas extras? —La expresión del pelinegro era de total seriedad.
—No, Bill, bueno sí quiero algo… —Le miró con una sonrisa y luego bajó sus manos hasta ponerlas en las mejillas del pelinegro, sintiendo que el corazón le latía con fuerzas, al ver esos ojitos tan llenos de esperanza.
—Sí, señor… —Tom arrugó el ceño, para que se corrigiera—. Perdón, sí Tom, haré lo que sea.
—Primero, quiero que no aceptes ninguna proposición sucia que cualquier persona te haga —El chico no entendía el por qué de sus palabras—. Y segundo, quiero que estudies… —El rostro de Bill se ensombreció.
—¿De verdad piensa que sólo soy un burro?
—No, Bill, sólo te decía porque el burro era yo, ignorante de todo el esfuerzo que haces a diario. —Le dio un pequeño beso en la mejilla—. Quiero que estudies para que trabajes conmigo. ¿Quieres ser mi asistente?
—Yo… —Los ojos de Bill se iluminaron del asombro—. Yo… sí, sí quiero, pero ¿por qué yo, Tom? ¿Y Chantelle? Ella es muy linda.
—Eso no tiene nada que ver, Bill, además tú eres mucho más lindo que ella. —Ambos se sonrojaron—. Lo que pasa, pequeño, es que sólo tú me has demostrado aprecio y te acordaste de un detalle… la rosa… —La verdad es que para Tom esa era sólo una excusa, él sólo quería ayudar al pelinegro lo antes posible y evitar ese trágico futuro que no calzaba con la persona excepcional que era.
—Ohhh —Susurró el moreno y la “O” quedó dibujada en sus labios.
Tom hizo unas llamadas a sus secretarias para que cancelaran la conferencia del día siguiente, diciendo que todos debían pasar ese día en familia y no en negocios, que se reprogramaría para el lunes siguiente. Luego llevó a la anciana de vuelta a su casa y finalmente tras asegurarle a Bill que en la clínica cuidarían perfectamente a Samy, lo llevó a su propio condominio.
—Bien, Bill, este es parte de tu beca —dijo dándole paso a la enorme entrada de la sala.
—¿Mi beca?
—Claro, por tus estudios. Como debo asegurarme de que saques las mejores calificaciones, nada debe distraerte, ni siquiera Samy… —comentó muy serio y Bill se detuvo en seco.
—No abandonaré a mi hermano, Tom.
—Por supuesto que no Billy… ustedes dos vendrán a vivir aquí, conmigo. —El pelinegro abrió tremendamente los ojos—. Así podremos cuidar bien de él. Tengo empleadas que podrán atenderlo mientras tú vas a la escuela y estudias, además tendrá sus medicamentos a la hora y podrá comer bastante más saludable y delicioso, nana Simone cocina como los dioses. —Bill sonrió complacido.
—No puedo creerlo.
—Debes creerlo, Billy, y te exigiré las mejores calificaciones para que sigas con tu beca.
—Daré mi mayor esfuerzo para trabajar contigo, Tom —El pequeño saltó a los brazos del trenzado, quien le correspondió en seguida.
& Un año después &
Los hermanos Trumper esperaban ansiosos la llegada de Tom a la casa, para la cena de Navidad. Por órdenes del mismo Tom, todos los empleados de la casa cenarían con ellos, excepto lo que tenían familias a las que visitar.
—Se está tardando mucho —comentó Samy, mirando a la puerta.
—Tranquilo, hermanito, él llegará, lo prometió y él siempre cumple sus promesas —dijo Bill seguro de sí mismo, luciendo muy hermoso esa noche.
—¡Buenas noches! —Se oyó el grito desde la puerta.
Desde el año anterior, el arisco trenzado había cambiado del cielo a la tierra, había comenzado a tratar a las personas con respeto, ignorando su raza, sexo y estatus social, para él, Bill le había enseñado que no había que juzgar por las apariencias y le estaba dando muy buenos resultados, había podido lograr contratos millonarios con otras empresas y había hecho donaciones voluntarias a hogares de menores y hospitales para gente pobre.
—Tomi, llegaste —Corrió el pelinegro a recibirlo.
—Me retrasé un poco con los regalos —Se disculpó, bajando una gran cantidad de bolsas.
—Debiste pedirme ayuda.
—¿Y arruinar tu sorpresa? Claro que no… ahora mi beso —Le pidió y el moreno le abrazó y le plantó tremendo beso en la mejilla, feliz de que el trenzado se lo pidiera siempre que estaban en casa.
—Señor Kaulitz, ¿sirvo la cena? —pregunto la nana Simone.
—Claro Simone, te ayudaré. —Y así los dos chicos fueron tras ella a la cocina en busca de los platos.
&
Tras una agradable cena y muchos brindis, todos estaban exhaustos y fueron a dormir. Tom se encerró en su habitación mirando el techo con una enorme sonrisa.
—Bill no murió… —Suspiró y cerró los ojos, todo estaba bien hasta que oyó el ruido de su puerta, sus ojos se abrieron de golpe pensando si sería la visita de los fantasmas y se asustó, no quería que nada malo le ocurriera al pelinegro.
—¿Tomi? —Oyó un suave murmullo y se sentó en la cama.
—¿Bill? ¿Estás bien? —El pelinegro se acercó a él y se sentó a su lado, mirándolo.
—Quiero darte mi regalo de Navidad —dijo con sus ojos refulgentes.
—No necesitas darme nada, Billy, por el hecho de que estés bien, yo soy feliz —comentó, sin filtrar sus palabras y sonrojándose al darse cuenta de la magnitud de ellas.
—¿De verdad, Tomi?
—Sí…
—Yo… —Se acercó lentamente hacia él y presionó sus labios contra los del mayor, en sólo un roce suave y exquisito—. Te quiero… ese es mi regalo: mi verdad, te quiero con todo el corazón, desde antes de la beca, desde antes de todo, te quiero, Tom.
—Gracias, Bill… es un regalo hermoso. —El pequeño sintió una ligera decepción.
—¿Eso es todo?
—Billy… recuerdas lo primero que te pedí cuando te di la beca… —El chico trató de recordar, pero falló—. Que no aceptaras propuestas sucias, de nadie. No quiero que pienses que me quieres sólo por agradecimiento. —Bill negó con la cabeza ¿Acaso Tom era tonto?
—No, Tomi… te quiero aquí. —Mostró su corazón y se abalanzó sobre el trenzado en un beso más posesivo, mordiendo el labio del mayor para buscar acceso, Tom no se pudo negar, llevaba un año completo luchando por no lanzarse él mismo sobre el pequeño para devorarlo, porque lo deseaba, lo quería, lo amaba.
—Mmm —Gimió Tom, incontrolablemente en el beso, mientras sus manos aprisionaban la pequeña cintura del pelinegro.
—Quiero hacer el amor contigo, Tom —expresó, susurrando en sus labios.
—Pero antes, debo decirte que yo también te amo. No quise decirte antes nada, por miedo que pensaras que me aprovechaba de ti —Bill sonreía.
—Lo sabía, nana Simone me lo dijo varias veces, y yo lo sentía en mi corazón. Por eso ahora quiero entregarte mi cuerpo, porque mis sentimientos son tuyos desde hace mucho. —Apresó su boca nuevamente y se acariciaron con pasión.
La habitación se llenó de jadeos y gemidos ahogados. Tom tomó el cuerpo virgen y puro del pelinegro y se sintió el hombre más afortunado del mundo. Y agradeció al cielo, por aquella noche en que los fantasmas extraños llegaron a su cuarto, con esas visiones. Estaba feliz por haber salvado a Bill, aunque el que en verdad había sido salvado, había sido él… fue rescatado de aquella profunda desdicha, del vacío del dinero, de la amargura de la soledad. Ahora se sentía pleno y tenía una familia, tenía a Bill.
& Fin &
Espero les haya gustado, es una adaptación TWC del cuento de Navidad de Disney. No olviden comentar si quieren hacerme más feliz. Les quiere su amiga MizukyChan. Y ¡FELIZ NAVIDAD!
DISCLAIMER: Los nombres/imágenes de las celebridades son sólo prestados, no representan a las celebridades en la vida real. No se intenta ofenderlos, ni a sus familias, ni a sus amigos. Los personajes originales y las tramas son propiedades del autor. Es un trabajo de ficción. No se infringe copyright. No se acepta el plagio.
😂😂😂 Billy fue feliz…
Gracias, fue muy hermoso!!
Que bueno que te gustó. Me siento feliz *-*
Este OS es muy hermoso. Es de mis favoritos y definitivamente es de los consentidos para Navidad (junto con juramento mágico).
En una bella adaptación al Toll con su toque perfecto de dulzura, inocencia y romance que siempre te agradeceré y aplaudiré.
Muchas gracias por escuchar mi petición y subirlo aquí. Realmente deseaba leerlo este año aunque tardé en leerlo porque se me juntaron muchos pendientes.
En fin… ¡Feliz Navidad atrasada! 😅😂
Muchas gracias por tu apoyo, por leer mis fics y por comentar. Me pone muy feliz saber que, pese a que ha pasado mucho tiempo, ustedes siguen ahí, leyendo estos fics. MUAK
Leí este oneshot en wattpad y me encantó (al menos creo haberlo leído ahí 🤔)
Adaptar un cuento clásico como es A Christmas’ Carol a un fanfic toll no es nada fácil, y tú has hecho un buen trabajo, consiguiendo un fic emotivo, entretenido y tierno (y ese detallito final nunca es mal recibido 😏).
Es cierto, lo puse en Wattpad hace tiempo.
Te agradezco las palabras, me hace sentir muy feliz. Me encantan las historias con final feliz y me pone mucho más feliz saber que hay gente que disfruta de leer lo que escribo o, en este caso, que adapto. MUAK
Que lindo cuento. Para mi 👍la versión twc es mucho mejor que el original. Gracias
❤❤❤
Me alegra mucho ver que todavía hay gente que lee estos fics viejitos.
Gracias por comentar. MUAK